Desde 2006, Catalina Hornos trabaja en la Asociación Haciendo Camino para ayudar a las familias vulnerables del norte de Argentina, donde la pobreza estructural y la desigualdad social son desafíos significativos a enfrentar.
A los 21 años, mientras terminaba su carrera de psicopedagogía en la Universidad Austral, Catalina Hornos viajó a una escuela de Añatuya, Santiago del Estero, para realizar tareas de orientación vocacional a alumnas de una escuela albergue. Lo que no sabía entonces, era que conocer esa “otra” realidad sería transformador. Eso fue lo que la motivó a convertirse en un puente entre para llevar allá la ayuda que unos tienen y otros necesitan.
Finalmente terminó instalándose seis años en Añatuya y en ese tiempo acogió a varios chicos que, por distintas situaciones de violencia habían tenido que ser separados de sus familias de origen y no había dónde ubicarlos. En el podcast de Construyendo el Futuro, un espacio diseñado por Grupo Mirgor para fomentar el diálogo sobre los distintos aspectos que afectan su negocio con referentes y especialistas en los temas relacionados con la actividad de la empresa, ella comparte: “Ellos se convirtieron en mi familia, me eligieron como mamá y yo los elegí como hijos a partir del vínculo que habíamos generado”.
Un granito de arena
Hornos volvió de Santiago del Estero a los 30 años y con siete hijos adoptados, a los que tiempo después se sumaron los tres biológicos que tuvo con su pareja, que a su vez ya tenía una hija.
Hoy radicada en Buenos Aires, es Psicopedagoga, Psicóloga, fundadora y directora general de la Asociación Civil Haciendo Camino, que desde 2006 acompaña a familias vulnerables en las provincias de Santiago del Estero y Chaco a través de 12 centros de Desarrollo Infantil y Fortalecimiento Familiar. Además dirige también el Hogar María del Rosario en la Ciudad de Buenos Aires.
Según Hornos, aunque la asociación Haciendo Camino no puede transformar por sí sola las estadísticas de pobreza y desnutrición en Argentina, sí tiene la capacidad de generar cambios dentro de cada hogar de las familias que acompaña.
En su opinión, la situación estructural de la desigualdad en la Argentina no va a cambiar, “a menos que logremos una articulación de verdad con el Estado”. En el Norte del país las carencias en cuanto a vivienda y servicios se pueden ver.
La paradoja de la desigualdad
En la Argentina, país al que el resto del mundo ve como una reserva de alimentos para enfrentar la crisis global, la pobreza es un problema estructural y uno de los aspectos más críticos es la inseguridad alimentaria. Ese es uno de los problemas principales, según Hornos.
Otro de los dramas que provoca la desigualdad, dice la especialista, es la falta de agua potable, “porque es difícil recuperar a un desnutrido si no tiene ni siquiera agua limpia para beber”.
La lista de carencias se hace interminable y se pueden sumar la falta de acceso a la salud y la educación, que hacen mella en la violencia intrafamiliar propia de años de generaciones abandonadas a su suerte.
Hornos sostuvo en el podcast de Mirgor, que cree que si se llegó a esta situación es como consecuencia de “las políticas de Estado que no se implementaron o que fracasaron”, pero agrega que “también como sociedad fracasamos, porque todos somos parte de esto. El Estado está conformado por gente de nuestra sociedad y refleja lo que somos”.
Mientras tanto, Haciendo Camino sigue adelante con sus programas de apoyo, acompañamiento y talleres de oficio, entre otros. “Si podemos cambiar el principio de la historia, podemos cambiar toda la historia”, asegura Hornos y deja una reflexión: Si lo podemos cambiar es porque un poco de responsabilidad tenemos, sobre todo en exigir que cambie, y comprometernos con eso.