Cuando se habla de todo lo que respecta a la pandemia por covid-19 y cómo salimos todos de ella se tiende a pensar en cosas que cambiaron para siempre.
En el podcast de “Construyendo el Futuro”, un espacio diseñado por Grupo Mirgor para fomentar el diálogo sobre los distintos aspectos que afectan su negocio con referentes y especialistas en los temas relacionados con la actividad de la empresa, hablaron con la psicoanalista Alexandra Kohan.
La post pandemia
Lo cierto es que todavía estamos en ese proceso de salir de la pandemia y solo tenemos la certeza de la incertidumbre porque no se sabe del todo bien hacia dónde vamos.
Alexandra Kohan nació en Mar del Plata en 1971. Es docente de postgrado de la universidad de Buenos Aires, magister en estudios literarios por la facultad de filosofía y letras de la ciudad de Buenos Aires y, colabora habitualmente en el diario Art.
Recientemente publicó su tercer libro “Un cuerpo al fin”.
Pasó el tiempo y la pandemia nos dejó un montón de cosas. Ante esta realidad, Alexandra comenzó aclarando que para ella todavía no pasó. Lo cierto es que cambiaron los modos de relacionarnos, pero el virus sigue dando vueltas.
Aunque se ha ido aprendiendo a convivir, antes se tenía otro mundo y ahora ella piensa que todavía seguimos intentando en esta nueva realidad. En cuanto al factor miedo explicó que eso desapareció.
De todas maneras, siguen existiendo cosas que desconocemos y eso nos dejó a todos un residuo como “cansados”.
Ese cansancio no se debe al modo de vida sino al residuo de ese estado en el que estuvimos durante tanto tiempo. Para Kohan quedó un precipitado en el cuerpo, voluntario o no.
Según Kohan, ante los cambios de hábitos, considera que hubo una cantidad de escenas que se reacomodaron y obligadamente no se pudo evitar. Eso de que la pandemia nos hizo mejores personas es casi un estigma.
En su caso, la especialista tuvo intenciones de intervenir en contra de esa estigmatización. Efectivamente, al menos para ella, la pandemia no nos hizo mejores, pero sí cree que hubo cosas nuevas que se empezaron a leer.
Por ejemplo, muchas empresas -para obtener beneficios- comenzaron a realizar cambios que nunca se habían propuesto. Por otro lado, están otros lugares en los que ella escucha mucho y se trata de las relaciones sociales.
Según Kohan, ahí es donde se evidencia mucho. Uno antes tendía a hacerse el distraído en algunas cosas y ante lo inédito hubo mucha convulsión en las amistades, en el amor y hasta en ceder. La gente quedó poco predispuesta a negociar ciertas cuestiones que no le hacen bien.
Asimismo, aclaró que hubo también muchas relaciones que surgieron y bebés que nacieron.
No obstante, el cambio se vio en las amistades y la sociabilidad que existía antes donde se salía porque sí y ya no.
“Todo se volvió un poco más trabajoso con la pandemia y ese exceso de nuevas escenas ahora uno dice si tiene ganas de hacer todo ese trabajo”.
Según Kohan, no sabe qué quedará de este precipitado, pero sí le parece que hay escenas o relaciones que no vuelven. Está convencida de que hay cosas que se plantearon más taxativas y con menos matices. Todo lo que era difícil, ahora es demasiado.
Kohan contó que presta mucha atención a cómo cambiaron no solo las personas sino las ciudades en términos de locales o comercios, diseños de las veredas y demás. En esa dimensión, cree que estas cuestiones llegaron para quedarse.
Eso de la nueva normalidad le genera “un montón”. Por ello, agregó que, ante el uso del barbijo, dedujo que fue muy rápida la respuesta de “guardarse”. A ella le gusta pensar que ahora se olvida de los barbijos. Incluso, ya no los registra.
Se trata de desacostumbrarse a un hábito que hubo que adquirir, algo impactante de pensar según la especialista, que aún no deja de sorprenderse por ello.
Al abordar el interrogante sobre si estamos más preparados o hemos logrado una mayor adaptación al cambio, Kohan expresó que no está segura. Considera que ha sido un proceso tanto drástico como gradual, y aún alberga dudas, a pesar de haber recibido todas las dosis de la vacuna.
En su opinión, la convivencia con la incertidumbre se ha arraigado debido a las numerosas incertidumbres que han surgido. La avalancha de discursos y cambios continuos ha dejado a las personas con un agotamiento que no se relaciona con el trabajo, sino con la incertidumbre constante.
El mundo ha cambiado, lo que ha hecho que todo sea más complicado, y el cansancio persiste, aunque no se sabe si será permanente.
Kohan sostiene que frente a la incertidumbre generada por la pandemia, cada individuo debe encontrar su propia forma de resistir. Los efectos de la pandemia se han manifestado mucho después y, por lo tanto, es necesario adaptarse a medida que las circunstancias evolucionan. Es fundamental evaluar y decidir cómo abordar cada situación a medida que se presenta.
La incertidumbre ha pasado a ser un elemento fundamental en nuestras vidas, siempre presente.
El presente y el ahora son lo que nos queda. Aunque no podamos proyectar a largo plazo, las esperanzas y los sueños siguen impulsándonos.
Sin embargo, concretar esos proyectos se ha vuelto más complicado debido a las variables que ahora debemos considerar.
La experta no está de acuerdo con la idea de que no hay futuro, pues considera que ya está aquí y nunca ha estado predestinado.
Esto es algo que el psicoanálisis le ha enseñado: que todo está en constante evolución y que debemos adaptarnos a medida que avanzamos.
Es importante encontrar un equilibrio, evitando tanto la excesiva fantasía en nuestras proyecciones como el moralismo de vivir únicamente en el presente.
En conclusión, Kohan destaca que el psicoanálisis ofrece la libertad de decidir cómo vivir sin imponer reglas a los demás.
Queda abrazar el presente con valentía y adaptabilidad. Es momento de explorar nuevas posibilidades, disfrutar del presente y encontrar nuestra propia manera de enfrentar los desafíos que la vida nos presenta.